viernes, 18 de diciembre de 2020

Los niños y la celebración de las fiestas de diciembre.

 


Hola, ¿Cómo estás?, hoy quiero compartir contigo dos cosas que me parecen importantes sobre los niños y la celebración de las fiestas de diciembre.


La primera tiene que ver con dejar atrás la práctica insana de amenazar o condicionar la llegada de Santa o Los Reyes y sus regalos según el niño se “porte bien o mal”, haga o no lo que esperamos, etc. Como ya he explicado profusamente en comunicaciones anteriores, los premios y castigos no son estrategias éticas, comportan malos tratos y siempre generan consecuencias adversas en el desarrollo de los niños.

La segunda tiene que ver con la vorágine consumista inherente a estas fechas, nada saludable ni para el equilibrio ecológico del planeta ni para nuestro equilibrio económico o emocional. Nos vendría bastante bien resignificar la manera en que hemos terminado entendiendo la celebración de estas fiestas, reorganizar las prioridades, y si existe una prioridad entre las prioridades, es la de recuperar el encuentro humano consciente, sentido, el disfrute de permanecer conectados en intimidad emocional, en el intercambio amoroso y empático.

En nuestras sociedades acostumbramos a conectar con los niños a través del consumo (peregrinajes a centros comerciales, comprar y comprar juguetes, chucherías, llevarlos a salas de juego sobre estimuladas o al cine con más chucherías y compra de mercancía vinculada con los personajes de las pelis…) Es importante incluir en nuestras agendas actividades que nos permitan permanecer conectados sin recurrir a la distracción de consumir cualquier cosa, en general innecesaria. Hacer más paseos en la naturaleza, sentarnos a dibujar y hacer manualidades en casa, cantar, contar cuentos, establecer espacio y tiempo de disfrute para comunicarnos desde el corazón, disfrutar performances de cuentacuentos o teatro infantil, conciertos, exposiciones de arte u otras actividades en la ciudad que nutran el alma y nos ayuden a conectar con lo bello y con lo bueno de la vida.

Regalarnos y regalar a nuestros hijos e hijas experiencias de fusión emocional nutritivas en lugar de perdernos entre consumos o diversiones compulsivas que solo aportan un breve placer seguido de un vacío y una profunda insatisfacción vital.

 
Felices fiestas y que abunden e amor y los buenos tratos en la crianza.

Por: Berna Iskandar
@conocemimundo

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