Ayer una mamá en general amorosa y dedicada, me contó asumiendo su error, que ella solía asustar a su hijo de tres años cuando — por ejemplo — no quería regresar del parque a la casa y le decía que había que irse porque iban a venir fantasmas, y que así conseguía que su hijo le hiciera caso.
Sembrar miedo como dinámica para ejercer control, ha sido la base fundamental de la educación y la crianza mayoritaria.
La anécdota del principio es solo un ejemplo. La verdad es que no es necesario llegar a asustar con fantasmas ni con llevarlos al pediatra para que les pongan una inyección si no se lo comen todo o con llamar a la policía para que se los lleve presos por "portarse mal"... un niño que se deja solo en la cuna "para que aprenda a dormirse" pasa mucho miedo, los niños que se quedan llorando en la escuela para adaptarse pasan muchísimo miedo... podría enumerar hasta el infinito las aproximaciones comunes y naturalizadas en la crianza con las que generamos miedo y estrés innecesario, evitable, a los niños y niñas.
¿Te has preguntado cuánto de ese miedo que hoy te entumece y paraliza como adulta es real (adaptativo) o si se trata de un miedo irracionalmente proyectado desde los propios condicionamientos infantiles... miedos como los de los fantasmas del parque creados por interesados en controlarte?
Cada vez que aparezca el miedo en tu vida, eleva el pensamiento y ponlo en su lugar. Pregúntate ¿cuánto de ese miedo corresponde a una amenaza real y cuánto de ese miedo pertenece a una reacción automática condicionada por las propias experiencias infantiles activándose fácilmente con cualquier detonante externo? Aprende a separar la paja del trigo, y aprende a romper el patrón insano de usar el miedo para controlar a tus hijos. Deja de condicionarlos para convertirse en personas fácilmente manipulables o que acaben usando el miedo para manipular a los demás.
Por: Berna Iskandar
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