martes, 26 de febrero de 2019

RAZONES POR LAS QUE JAMAS DEBES PEGARLE A TU HIJO

Los gritos, las humillaciones, y por supuesto, los correazos, golpes y azotea, dejan una huella imborrable en la personalidad de los niños. Es verdad, muchos han recibido algún azote, golpe o correazos de pequeños y "no les ha pasado nada", o eso quieren creer, pero las marcas están ahí, aunque usted no se de cuenta esas marcas invisibles no se borran. Hubiese sido mejor no recibirlos.
A los niños 🚸 👧 👨 el Maltrato en cualquiera de sus formas Les hace sentir indefensos y humillados y provoca daños en su autosestima.

Educar en la no violencia es un camino que se empieza a recorrer desde el día que nacen, e incluso antes, desde el vientre materno, elegir formas violenta de crianza porque así los "educaron.a ustedes y funcionó" solo Normaliza la violencia como método de crianza y no logra nada positivo
Nadie se merece que le peguen y usted que lo vivió lo sabe, aunque no se de cuenta. #eligenopegar mejor #ApuestaalBuenTrato

@psico.play EN iNSTAGRAM escribio lo siguiente que nos hace reflexionar sobre el daño que se le hace a los niños cuando accionamos con violencia hacia ellos...
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Los niños tienen reacciones sinceras y son altamente expresivos, lo que solemos llamar "sin filtro", ellos dicen lo que piensan de una forma muy espontánea.
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Es por eso, que las reacciones que tienen hacia los demás, son genuinas, si se muestran tensos y el contacto es desagradable lo harán saber, y si hay cariño, se sienten queridos y respetados también lo demostrarán.
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Esta información es bastante útil en el caso de desconocidos o personas con quién establecen poco contacto.
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Pero también, puede ser una señal de alerta para nosotros los adultos y determinar si algo de lo que hacemos los hace sentir incómodos.
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Los niños piden cariño, atención, contacto, tiempo de calidad. También pedirán juguetes y cosas materiales, pero valoran de una forma incalculable esas pequeñas cosas que no tienen costo alguno.
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Vivimos en un día a día muy ajetreado, lleno de compromisos y eso nos hace fluctuar entre muchas emociones. Entonces al llegar a casa luego de un día largo de trabajo, nos sentimos irritados y en ocasiones nuestro tiempo con los niños se ve opacado por esto.
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Los niños son seres nobles y generosos, pero lo que hagamos en medio de la rabia, la tristeza y la preocupación repercuten directamente en cómo se comportarán ellos luego.
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Ellos podrán olvidar lo que dijimos (frases hirientes, apodos desagradables, reclamos injustificados), incluso lo que hicimos (golpes, empujones, marcas físicas), pero nunca olvidarán la forma en que los hicimos sentir.
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Aunque sean pequeños y no identifiquen claramente sus emociones, esa sensación marcará en ellos algo importante.
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Está bien permitirnos sentir, pero cuando veamos que eso nos sobrepasa, lo más sano siempre será alejarnos, calmarnos y luego que pase la nube de la emoción resolver el problema.
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No será fácil, pero obtendremos mejores resultados.

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