martes, 7 de abril de 2020

MAL COMPORTAMIENTO, BERRINCHES O RABIETAS SEGÚN MARÍA MONTESSORI


Montessori nos dice que estos comportamientos debemos verlos como una reacción ante algo que está molestando, angustiando y haciendo sufrir al niño de manera genuina, y no como mera "maldad" o falta de educación o límites. Es decir, hay algo real que lo causa, no son meros caprichos, y averiguando qué es, podemos resolverlo. Muchos berrinches pueden prevenirse. A veces, incluso, nosotros mismos los causamos sin darnos cuenta. Para poder ver las cosas claramente, necesitamos ser sensibles y observar cuidadosamente, estando abiertos a descubrir algo en lo que no habíamos reparado. No siempre es obvio. Pero lo que está causando el problema puede ser algo muy fácil de solucionar, de hecho, si sabemos verlo.
Será más fácil ver con claridad si nos informamos sobre las etapas del desarrollo y los periodos de sensibilidad. Algo que Montessori menciona a menudo en sus libros es el enorme sufrimiento que experimentan los niños durante el periodo de sensibilidad al orden, cuando las cosas a las que están acostumbrados se cambian. Por ejemplo, si un niño todos los días al despertarse ve a su mamá con una blusa rosa, y de repente un día la mamá aparece con una blusa verde, el niño podría sentirse angustiado. Ese tipo de detalles al respecto de los cuales podríamos hacer algo. Es por ello muy importante seguir rutinas, pues le dan seguridad al niño. 
Otra de las cosas que menciona Montessori es la angustia y desesperación del niño a cierta edad en que ya quisiera hablar, pero aún no puede hacerlo, o bien no tiene las palabras suficientes o necesarias para poder comunicar lo que quiere o siente. Como se sentiría una persona que se quiere comunicar en un país extranjero cuya lengua desconoce, frente a personas poco dispuestas a entenderlo y que llevan prisa...
Debemos pues, observar con cuidado a los niños, sin prejuicios, y tener una actitud empática y comprensiva hacia sus reacciones.
Montessori habla de etapas de la obediencia. Hay una edad en que los niños los niños simplemente no pueden obedecer, otra edad en que a veces pueden, a veces no, y otra en que ya pueden hacerlo. Hay que tomarlo en cuenta.
Otro aspecto que Montessori menciona es que los niños no solo necesitan ver sus necesidades físicas cubiertas y satisfechas, ( no tener hambre, frío, etc.) sino sus necesidades psicológicas, como la necesidad de afecto, de amor, de sentirse valorado, querido, amado, y también algo en la que no solemos pensar: No solo existe el hambre física, sino lo que ella denomina "hambre mental", necesidad de nutrirse intelectualmente, para lo cual el niño necesita estar en contacto con el mundo, con la vida cotidiana, con nuestras actitivdades, rodeado de objetos que pueda tocar, explorar, con la posibilidad de moverse y ver y hacer cosas interesantes.
Al mismo tiempo, el niño necesita un ambiente propio donde pueda moverse y hacer lo que necesita sin frustraciones, para lo cual Montessori propone un ambiente preparado con todo al tamaño y al alcance del niño, donde, si quiere tomar un libro, pueda tomarlo sin problema y sin correr peligro, con objetos que pueda explorar libremente sin que le tengamos que estar diciendo "no" todo el tiempo, y a la vez no corra riesgos. Un ambiente donde pueda ser él mismo, hacer y deshacer libremente, y donde pueda ser independiente de nosotros, jugar o trabajar solo, sin que nosotros estemos ayudándole, con lo cual logre oprender y hacer cosas por sí mismo,
Si además permitimos al niño particioar en la actividad cotidiana de la famiia y las labores domésticas en el hogar desde muy pequeño, permitiéndole sentirse útil y necesario, tendremos las condiciones ideales para que no existan mal comportamiento.
Actividades interesantes y logros propios hacen niños felices y con mucha autoestima, y cuando el niño es feliz, y se siente bien consigo mismo, se porta bien.
Algo más que Montessori también nos dice es que, antes de querer corregir al niño, o buscar en él lo que está mal, el adulto debe ver en sí mismo si hay algo que esté causando el problema. ¿Qué ejemplo estamos dando? ¿Qué ambiente familiar estamos proporcionando al niño? ¿Realmente es el niño el que se porta mal? ¿No seremos nosotros los que no toleramos nada porque estamos estresados, preocupados, o de plano neuróticos? Quizá lo que haga falta no es corregir al niño sino cambiar de actitud, cambiar nosotros, sanar nuetras heridas, calmarnos, curar nuestras neurosis. Antes que nada, hay que hacer un ejercicio de autocrítica e introspección, objetivo y honesto.
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Texto: Norma Gómez / Educación Montessori

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