Una queja constante de los progenitores es que los niños nunca hacen caso, que siempre quieren salirse con la suya. Los juzgamos de caprichosos, pequeños tiranos, emperadores, seres insaciables y no sociables a quienes debemos frustrar porque de lo contrario no encajarán en sociedad con lo cual incurriríamos en crianzas permisivas y negligentes.
Hay dos cosas que llaman la atención frente a estas creencias. La primera la explica muy bien la psicóloga española Mónica Serrano y es que se descalifique al niño por querer salirse con la suya —es decir, por querer lograr sus objetivos— al tiempo de pretender que este mismo niño desarrolle una alta motivación, sensación de capacidad, seguridad, autoestima positiva y capacidad de esfuerzo. El hecho de que el objetivo del niño vaya en contra del objetivo del adulto (el niño quiere seguir jugando pero es la hora de bañarse) no quiere decir que salirse con la suya o querer lograr sus objetivos sea necesariamente negativo. Por el contrario, deberíamos resignificar el empeño de los niños en “salirse con la suya” como una actitud empoderante. Una vez se diferencie el hecho de que los niños quieran lograr sus objetivos con el hecho de que estos objetivos entran en conflicto con los nuestros, hay que encontrar la manera de resolver dicho conflicto respetuosamente sin negar el derecho de las criaturas a desear salirse con la suya. Esto no quiere decir que los vamos a complacer en todo, y me parece ridículo tener que aclararlo siempre cuando debería ser una cuestión de sentido común.
Es aquí donde quiero referirme al segundo punto de esta reflexión. Te aseguro que te sorprenderás si observas bien todas las veces que tus peques te hacen caso cada día.
Es aquí donde quiero referirme al segundo punto de esta reflexión. Te aseguro que te sorprenderás si observas bien todas las veces que tus peques te hacen caso cada día.
Prácticamente están sometidos sistemáticamente a nuestras órdenes, mandatos, deseos, prioridades organizativas y la mayoría de las veces nos complacen, hacen lo que les imponemos o pedimos. Saca la cuenta y lo verás. Estoy segura de que si otro adulto nos pidiera o exigiera la misma cantidad de veces el modo en que debemos comportarnos, qué hacer, qué comer, cómo sentir, pensar o expresarnos, no podríamos aguantar tanta presión ni un solo día.
¿Qué te ha parecido esta reflexión? ¿Te ha ayudado a ampliar tu mirada sobre la infancia y sus reales necesidades?
Que abunde el amor y los buenos tratos en la crianza
Por: Berna Iskandar @conocemimundo
Correo conocemimundo@gmail.com
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