viernes, 15 de noviembre de 2019

Los niños pequeños se mueven por el placer


Durante la primera infancia (0 a 7 años) los niños perciben las experiencias desde el placer o el displacer. Cuando no están confortables, instintivamente buscan retornar a las experiencias de bienestar, seguridad y gozo que aportan equilibrio. Los pequeñines están regulados por el principio del placer. Transitan una etapa egocéntrica (que no egoísta) debido a que ciertas funciones racionales aún están en proceso de maduración.  Los niños pequeños viven en el presente.  Ayer y mañana comportan conceptos complejos para su condición de inmadurez evolutiva. No tienen psiquismo ni experiencia vital suficiente para esperar hasta satisfacer una necesidad o deseo. Desde el momento en que un pequeño tiene hambre, necesita moverse, explorar, jugar  hasta que es satisfecha su necesidad o deseo (para ellos es la misma cosa), sufre, se impacienta. No sabe que hay un después. Por eso cuando les decimos ahora no, en otro momento lo hacemos, dentro de un rato o mañana vamos al parque,  te doy la pelota más tarde… protestan, se molestan, hacen berrinches o si ya dominan el lenguaje preguntan constantemente ¿ya?, ¿ahora sí?...  
 
Debido a su inmadurez cognitiva, la frontera entre fantasía y realidad aún resulta difusa para un niño menor de siete años. Por eso pueden creer que los personajes de los cuentos existen, que el sofá es una montaña llena de aventuras, que mamá le da la sopa en un avioncito…
 
Desde el nivel de comprensión de un niño pequeño, el presente es lo que existe. Por la misma razón, hacer entender a un niño -por ejemplo- que debe cepillarse los dientes para evitar que aparezcan caries dentro de un mes, rara vez funciona. Quizás nos complazca un día, pero sin comprender la lógica de la realidad, y por tanto sin responder a la lógica del deber. Esto llegará más tarde, en la medida en que avance la madurez evolutiva. De momento,  jugar a cepillarse los dientes cantando una canción, proponerle “ahora me cepillas tú, ahora te cepillo yo”,   usar la creatividad, la fantasía, en resumen avivar su imaginario estimulando experiencias de bienestar,   aquí y ahora, estimulará su deseo a cooperar.
 
Convivir con peques es una invitación constante a sacar a la niña o al niño  juguetón, curioso, movedizo, imaginativo, creativo que llevamos apagado, reprimido, sepultado tras capas de condicionamientos fruto de crianzas autoritarias.
 
Siempre que acompañemos con buenos tratos, sin interferir con exigencias desmedidas o empujando prematuramente hacia comportamientos que no corresponden con su edad, las criaturas, por autorregulación, progresivamente irán dejando atrás la etapa egocéntrica, para alcanzar un nuevo período madurativo en el que se orientarán por el principio de la realidad y se encontrarán aptas para integrar mejor el principio del deber.
 
 
Fuente: Berna Iskandar @conocemimundo

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