martes, 12 de mayo de 2020

Somos los adultos quienes necesitamos derribar mitos, cambiar nuestra percepción sobre el niño, la niña

Fuente: @Noviolenciainfantil

Por: Berna Iskandar @conocemimundo

Casi a diario, y más todavía en tiempos de crisis,  me escriben progenitores impacientes pidiendo que les recomiende algún psicólogo o terapeuta infantil porque ya no saben qué hacer para que su pequeño o pequeña les obedezca sin rechistar, para que haga la tarea, para que duerma en solitario toda la noche sin molestar, para que coma, para que deje de pedir las cosas llorando, para que detenga las rabietas, para que respete... Siempre les contesto que somos los adultos cuidadores los que necesitamos ayuda para redimensionar nuestras expectativas con los niños, para comprender apropiadamente sus necesidades o lo que subyace tras su comportamiento. Somos los adultos quienes necesitamos derribar mitos, cambiar nuestra percepción sobre el niño, la niña,  sobre el modo en que creemos que debemos aproximarnos hacia él o ella (generalmente unidireccional, distante, autoritario, desde arriba). Somos los adultos los que tenemos que mirar fehacientemente con qué recursos emocionales contamos para sentir a nuestros hijos, para mantenernos disponibles o no, para comprender porqué nos resulta tan difícil validar y responder a sus necesidades, empatizar con ellos. Somos nosotros los que tenemos que emprender la tarea de abandonar patrones insanos, reeducándonos, elaborando heridas arrastradas desde nuestros propios desamparos infantiles… en fin, hacer un trabajo de formación y de autoindagación transformadora para mejorar nuestras competencias parentales, ensanchar nuestras fronteras emocionales, superar creencias falsas, opiniones cuestionables sostenidas a lo largo de generaciones,  dando cabida a una consciencia más amplia.  Es así como, por añadidura, en la mayoría de los casos los niños mejoran. Ellos son nuestro más directo y descarnado espejo con lo cual siempre cabe preguntarse cuánto de lo que vemos, percibimos, juzgamos sobre nuestros hijos corresponde a ellos y cuánto a nosotros. En general somos los adultos y no el niño quién necesita buscar la ayuda psicológica o terapéutica porque la mayoría de las veces, la conducta de los niños comporta un síntoma de los problemas del adulto o adultos a su cargo, o una consecuencia de la sociedad enferma en la que están inmersos. Entonces mejorando el adulto, por añadidura, el niño mejora… 
 
Habrá situaciones puntuales donde un niño requiera apoyo de un especialista o terapeuta, como por ejemplo la atención a experiencias traumáticas, entre otros, pero realmente son excepcionales,  e incluso en esos casos los adultos responsables debemos atendernos junto al niño. Y ojalá si lo llegamos a necesitar algún día, gocemos del criterio necesario para elegir a un profesional orientado por una mirada respetuosa de la infancia y facultado para no caer en el acusado vicio de patologizar cualquier comportamiento e incluso medicalizar a las criaturas. Acudir a un especialista, en ningún caso debería entenderse como un medio para reprogramar a los niños a nuestro antojo para que llene nuestras expectativas.   
 
Decía el pedagogo Alexander Neill, que no hay niño problema, sino padres problema y una sociedad problema… Es hora ya de dejar de correr la arruga y responsabilizarnos de aquello que nos toca.
 
Sabes que mi trabajo es ayudarte a conocer mejor a tus hijos, a enamorarte cada vez más de ellos y a confiar en que ese amor nunca los va a malcriar. Gracias por permitirme acompañarte a través de mis espacios de formación transformadora a amarlos y cuidarlos como ellos esperan y necesitan.

1 comentario: