martes, 26 de junio de 2018
¿Cuál es el origen de la violencia y el maltrato?
Fuente: https://encolombia.com/medicina/revistas-medicas/pediatria/vp-334/pediatria_el_medico/
El hombre no parece tener peor enemigo que su propio semejante o dicho en otros términos: “Homo Homini Lupus” o sea “el hombre es un lobo el hombre”. Los biólogos y los etólogos lo han dicho en todos los tonos: ningún animal, ni siquiera el más feroz de los carnívoros, que suele matar por comer, tiene la agresividad del hombre 28.
La agresividad es una característica de lo humano. No es un instinto sino un efecto de la estructura de la crianza, una consecuencia psíquica en el desarrollo, por la indefensión inicial y la inmadurez biológica, que ponen al ser humano a merced del otro. La agresión se convierte en violencia cuando compromete el cuerpo, los bienes y el bienestar del otro.
Un cierto manejo de la agresividad es aceptable y necesario en todo el proceso creativo. La ley se encarga de normalizar el ejercicio de esta agresividad, no así el uso de la violencia, ya que compromete la convivencia, los valores individuales y sociales, el respeto por el otro, la solidaridad humana y la comunicación, necesarios en la formación y construcción de los valores que sustentan la vida como hecho social y cultural que es. La violencia se constituye como el ejercicio de la agresividad que transgrede la ley en que se fundamenta la convivencia de los seres humanos.
En Colombia cada día la violencia adquiere mayores dimensiones, introduciéndose en “como una forma cotidiana de vivir”, tan asimilada en el comportamiento que adquiere formas sutiles e inconscientes de expresión, que le permiten ser negada frecuentemente por los mismos que la ejercen y las víctimas de ella, relegándola a una especie ghetto: “la pelea, la guerra”. De este modo se hablará de la violencia de los demás, dando lugar a que la población se sienta ajena al problema (anestesia de la violencia).
Hay un factor que se expresa a través de la violencia, como es la negación del otro. Si se admite que la negación del otro es un acto de violencia, es necesario reconocer como la competencia y la individualidad, valores promovidos por nuestra cultura desde muy temprana edad, incitan a la violencia, pero es una forma de violencia que da lugar a negar la presencia y el anonimato de quien la ejerce.
El niño objeto de agresión del adulto:
Algunos grupos humanos frecuentemente son víctimas de diversas formas de violencia que se ejerce a través de la familia, el trabajo, la escuela, la calle y demás espacios en que se desarrolla la vida cotidiana.
Diversas expresiones de la violencia sobre estos grupos son justificadas que permiten ser negadas o aceptadas como formas de relación. Entre los niños es muy frecuente encontrar modalidades de maltrato que por lo sutil y sistemático de su presencia se confunde con métodos educativos.
Otras formas de violencia sobre el niño, como el castigo de dolor, son justificadas en algunas culturas bajo el concepto del hijo como propiedad privada de los padres, donde el padre puede hacer lo que desee con su hijo, desde el incesto hasta la amputación y explotación comercial.
El machismo es otro elemento de violencia sobre el niño y la familia, característica de nuestra sociedad, que se manifiesta no sólo en la asunción de ciertos roles en la estructura familiar sino en actitudes de dominación e irrespeto del marido frente a su mujer y a sus hijos, sobre quienes ejerce en muchos casos diversas formas de maltrato.
La violencia que el adulto ejerce sobre el menor, llámese padre, madre, maestro, vecino, está sustentada en un sentimiento de poder y autoridad del adulto sobre el niño. Esta imagen de superioridad permite que el niño a su vez asuma un comportamiento de sometimiento y “obediencia” a las ódenes del adulto, facilitando el maltrato, situación muy frecuente en el abuso sexual y la explotación laboral de los menores.
La violencia intrafamiliar es una expresión cada día más conocida en nuestro medio, con una gran incidencia en la violencia social, si se considera la familia como núcleo básico de la sociedad. Es la forma que presenta un mayor número de expresiones y grupos humanos afectados, siendo las víctimas más frecuentes los niños, las mujeres y ancianos.
Se ejerce a través de las relaciones cotidianas de la vida familiar, lo que hace que el deterioro en la responsabilidad educativa de los padres y las relaciones afectivas de parejas, se conviertan en medios para la práctica de comportamientos agresivos.
El maltrato físico, el psicológico, la violencia conyugal, son las manifestaciones más frecuentes.
Ante esta situación los profesionales de la salud tenemos una inmensa responsabilidad y por lo tanto debemos alertar y prevenir a la sociedad sobre la gravedad de las consecuencias de la violencia en todas sus formas, sobre el desarrollo psicológico, físico y social de nuestros niños.
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