miércoles, 24 de octubre de 2018

No existe “la buena zurra”

Alice Miller a través de sus investigaciones y escritos acerca del maltrato a los niños deja un importante aporte relacionado con la violencia ejercida sobre los niños lo cual indudablemente como ya hemos podido constatar conduce a la violencia que hoy impera en el mundo entero, y que cada día cobra mas victimas inocentes, sobre todo si se empieza a pegar a los niños en los primeros años de su vida, justamente en el momento en el que se construye su cerebro.

por: Alice Miller 2008
¿Por qué las zurras, las bofetadas e incluso los golpes aparentemente anodinos, al igual que
las palmadas sobre las manos de un bebé son peligrosas?

1- Sólo le enseñan la violencia.
2- Destruyen la certeza sin falta de ser amado, como un bebé necesita.
3- Crean angustia: la angustia de la siguiente ruptura.
4- Llevan consigo la mentira: pretenden ser educativas, pero en realidad sirven a los padres
para descargar su cólera, y si pegan es porque a ellos les pegaron siendo niños.
5- Incitan a la cólera y al deseo de venganza que permanece reprimido y que saldrá más
tarde.
6- Programan al niño a la aceptación de argumentos ilógicos (te hago daño por tu bien) y los
inscriben en su cuerpo.
7- Destruyen la sensibilidad y la compasión hacia los otros y hacia uno mismo, limitando así
sus capacidades de conocimiento.

¿Qué aprende el bebé de las zurras y otros golpes?

1- Que el niño no merece respeto.
2- Que se puede aprender el bien por medio del castigo (lo que es falso, en realidad el
castigo enseña al niño solamente a querer castigar a su turno).
3- Que no hay que sentir el dolor, que hay que ignorarlo, lo cual es peligroso para nuestro
sistema inmunitario.
4- Que la violencia forma parte del amor (lección que incita a la perversión).
5- Que negar las emociones es saludable (sin tener en cuenta que será el cuerpo el que
pagará por este error, a menudo mucho más tarde).
6- Que uno no tiene derecho.. a defenderse hasta que sea adulto.

Es el cuerpo el que guarda la memoria de todas las marcas nocivas de las supuestas “buenas zurras”.

¿Cómo podemos liberarnos de la cólera reprimida?

Durante la infancia y la adolescencia:

1-Burlándonos de los más débiles.
2-Pegando a los compañeros
3-Humillando a las chicas
4-Agrediendo a los profesores.
5-Viviendo las emociones prohibidas delante de la T.V. o los video-juegos, identificándose
con los héroes violentos (los niños a quien nunca se les pegó, se interesan menos por las
películas crueles y no producirán escenas atroces, una vez adultos).

A la edad adulta:

1-Perpetuando uno mismo la zurra como medio educativo eficaz, sin darnos cuenta de que
en realidad estamos vengándonos de nuestro propio sufrimiento sobre la siguiente
generación.
2-Negándonos (o siendo incapaces) a comprender la relación entre la antigua violencia
sufrida y la que se repite activamente en la actualidad; entreteniendo así la ignorancia de
la sociedad.
3-Alistándonos en actividades que exigen violencia.
4-Dejándonos influir fácilmente por los discursos de hombres políticos que designan a
víctimas propiciatorias en quien pueden depositar la violencia acumulada y de la
que se pueden deshacer por fin sin ser castigados: razas “impuras”, etnias “que limpiar”,
minorías sociales despreciadas.
5-Como obedecimos a la violencia siendo niños, estamos dispuestos a obedecer a toda
clase de autoridad que nos recuerde la de nuestros padres, como los alemanes
obedecieron a Hitler, los rusos a Stalin y los serbios a Milosevic.

Inversamente, si tomamos conciencia de nuestros sentimientos reprimidos e intentamos comprender cómo se transmite la violencia de padres a hijos, cesaremos de pegar a los niños de cualquier edad. Es posible ( muchas personas lo han logrado ), una vez que hayamos comprendido que la única razón de dar golpes “educativos” se
esconde en la historia reprimida de nuestros padres.
Alice Miller

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